El ex futbolista argentino Jorge Valdano contó que un día osaron preguntarle al escritor Jorge Luis Borges: “¿Para qué sirve la poesía?”. A lo que respondió con más preguntas: “¿Para qué sirve un amanecer? ¿Para qué sirven las caricias? ¿Para qué sirve el olor del café?”. Cada una de ellas sonaba como una sentencia: sirve para el placer, para la emoción, para vivir. Si alguien preguntaría para qué sirve el fútbol, sin dudas la respuesta sería la misma.
Fútbol, soccer, fotboll, futebol, futbollit, fucík, nogomet, kopaná; En América, Asia, Oceanía, Europa o África; de manera profesional, en las mejores ligas, en campeonatos de ascenso o de forma amateur; en un estadio, en la calle, en el campo o en el potrero; con arcos, árboles, conos o remeras; de 11, de 7, de 5 o de 4; con una pelota, un par de medias o una latita de gaseosa; no importa cómo se escriba o se pronuncie, en todas partes del mundo se practica; tampoco interesa dónde, de a cuántos o cómo, siempre se puede jugar fútbol, en cualquier momento y en cualquier lugar.
En Inglaterra, en 1863, cuando se creó la "Football Association" (Asociación de Fútbol de Inglaterra) nunca tomaron consciencia de lo que habían inventado. Era un juego que pasó a ser un deporte, seguido por millones de fanáticos de todas partes del planeta. Hay personas que se atreven a decir que en el fútbol son 22 hombres dentro de una cancha corriendo detrás de un balón, pero parece que se olvidan de la estrategia, de las habilidades y hasta de los milagros que ocurren durante los partidos.
¡Que sabrán esas personas! Que sabrán la alegría que produce una victoria o la tristeza que genera una derrota; que sabrán de la satisfacción que da tirar un caño y la bronca que es recibirlo; que sabrán de llantos si nunca perdieron un partido en el último minuto; que sabrán de sonrisas si nunca se abrazaron con un compañero después de un gol; y que sabrán de amor si nunca acariciaron con sus pies el esférico.
Son muchos los pibes que de chicos reciben como uno de sus primeros regalos una pelota. En las ciudades donde aún se puede jugar en las calles o en las veredas con amigos, se quedan gran parte del día pateando contra un arquito o una pared. “Mete gol va al arco”, “Veinticinco”, “Ole”, “Jueguitos”, son muchos juegos que se pueden realizar con un balón, todos relacionados con el fútbol y la diversión.
Seguramente si a alguna persona se le pregunta sobre algún recuerdo que tenga de su niñez, rápidamente recordará esas tardes con amigos de la escuela o del barrio, en un baldío, una esquina o una canchita, jugando un partidito o pasando el día en compañía de la pelota.
En la actualidad se dice que es un negocio, pero que no se mezcle el fútbol con intereses, con violencia o comercio. Lejos están esas palabras de los barrios y del potrero, como también de lo que pasa verdaderamente dentro de un campo de juego. Este deporte no sólo es lo que se ve por televisión o se escucha por radio, es mucho más que eso. Es un recuerdo imborrable de la infancia y adolescencia con amigos, jugando por amor a la pelota.